El proyecto que nunca fue

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De Plaza de Toros a Núcleo Endógeno
Han pasado 95 años desde la creación del edificio taurino. Desde entonces, a la fiesta brava le han precedido disputas legales y decadencia. Mientras tanto, el resto de la capital ha crecido y dejado a un lado a ese coloso de los años 20.

Por: Génesis Méndez Alzolar // Fotos: Idem
   Amplias aceras, brillantes colores y desolación son las características que resaltan a primera vista al llegar hoy a uno de los edificios icónicos del siglo XX de Caracas. Allí, por 95 años, se han entretejido las historias de toreadores, políticos, familias ricas y, más recientemente, de artistas del trapecio. 

   Al frente se halla el Museo de la Arquitectura, atrás están las obras del Metro de Caracas y a un lado se erige una gigantesca edificación recientemente construida por la Misión Vivienda. Esos, son algunos de los perímetros, o más bien los cercos, de la Plaza de Toros del Nuevo Circo, un singular lugar de la capital que cada año es tragado por el avance de una ciudad que no parece planificada, no mira vistosas fachadas históricas, ni detiene el paso por un punto de memoria colectiva. 

   Hace 6 años, se esperaba que el lugar recobrara la antigua gloria y que fuese un importante centro cultural para la capital. Hoy, basta contrastar la renovada fachada, con las ruinas posteriores, para comprender que los proyectos que allí se gestaban, nunca fueron concluidos. En cambio, la ciudad continúo su implacable marcha.

CIMG2550El coso taurino tiene capacidad para 9.000 personas sentadas

Años dorados
   En otros tiempos, a principios del siglo pasado, el Nuevo Circo causaba tanto revuelo como el Poliedro de Caracas hoy día. Los grandes eventos estaban a la orden del día. “Fue el primer circo de Caracas, el primer sitio de espectáculos”, cuenta Luis Marcano Radaelli, arquitecto encargado de restaurar el edificio en el 2006.
   “Durante el periodo gomecista se propuso la construcción de este Nuevo Circo pues el gobierno era muy afecto a la fiesta taurina. El proyecto se le dio a Alejandro Chataing y a Luis Muñoz Tébar, arquitectos importantes de la época. Su imagen arquitectónica lo vincula a otras plazas de toros en el mundo. Tiene que ver con unos detalles moriscos, muy a lo español”, reseña Marcano.
   Así, desde aquel momento en 1919, la Plaza de Toros, a pesar de estar en las afueras de la capital, se llena de muchísima gente, en coloridos eventos, que congregan a la clase media y alta de Caracas. Marcano recuerda pistas de hielos, mítines políticos, tardes de boxeo, conciertos de rock, entre otros, que, junto a la fiesta taurina, se daban cita en el coso taurino.
   “Eso era muy bonito por allí. Uno veía también a muchos europeos, que eran los dueños de los locales de la cuadra”, relata Luis Alzolar, quien trabajaba en la farmacia Nuevo Circo, aledaña a la Plaza de Toros. Todos esos negocios, incluido su local, fueron demolidos por las ampliaciones del Metro de Caracas.

Decadencia
   Para finales del siglo, Caracas seguía en constante crecimiento. En 1974, se había inaugurado en La Rinconada, el Poliedro de Caracas, con un aforo de 13.500 personas, que superaban por unos cuantos miles al Nuevo Circo. Las corridas de toros, por su parte, ya no eran un negocio rentable, como descubrió la familia propietaria Branger en 1997, en la fecha del último coleo.
   Sin que nadie lo notara, la fiesta del Nuevo Circo se silenció dentro del barullo de la capital. El abandono se hizo constante y personas marginadas de la sociedad voltearon la cara hacia el coso taurino.
Detrás del edificio principal, los escombros son los protagonistas
   Con los años, la ciudad trató de recuperar en varias ocasiones la Plaza de Toros sin éxito. En 1984, la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación declara Monumento Histórico Nacional al edificio y en 1987, el Municipio Libertador emite ordenanza que promovía su conservación. Ambas medidas fueron apeladas y anuladas por la familia Branger, propietaria desde 1940.
   Finalmente, ante el temor de que fuese demolida la Plaza de Toros y convertida en centro comercial, el 30 de noviembre de 1998 es declarada Bien de Interés Cultural por el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC) en la Gaceta Oficial Nº 36.592 y aunque nuevamente la familia Branger trata de revocar la decisión, el jurado declara nula su apelación. Es entonces cuando el Municipio Libertador, bajo la tutela de Antonio Ledezma, intenta comprar el Nuevo Circo. Sin embargo, el precio de 8 mil millones de bolívares, hace que las negociaciones duren años.

Restauraciones

PHOT00181En la fachada se yerge esta única estatua, casi diminuta, contra la ciudad
   En el 2005, la Alcaldía Metropolitana, a cargo de Juan Barreto, se encarga de expropiar la edificación y más tarde de proceder con la renovación. De acuerdo con información reseñada por el diario El Universal el 8 de marzo del 2006, se aprobaron 30 millardos de bolívares para la ejecución del Proyecto de Restauración y Vitalización del Nuevo Circo.
   Había dos grandes áreas de proyecto, explica Marcano, uno de ellos consistía en la restauración rigurosa del antiguo edificio, bajo su dirección, mientras el otro se trataba de un levantamiento de los edificios posteriores, a cargo del arquitecto Alessandro Famiglietti.
   En aquellos meses del 2006, se le prometió el lugar a un grupo de artistas cirquenses, que se llamaría Núcleo Endógeno Cultural Nuevo Circo. Ya todos los proyectos habían sido aprobados por la Alcaldía y Marcano esperaba, más allá de limitarse a la renovación de la edificación, aportar numerosos beneficios para el centro de la ciudad, como un estacionamiento subterráneo y una cuadra cultural con vida nocturna para toda la capital.
   A pesar de todo, los nuevos edificios que debía levantar Alessandro Famiglietti nunca fueron construidos. Según Marcano, llegaron las elecciones, en 2008, y se “cortaron contratos”.
El 23 de noviembre del 2008, dos años después de que iniciaran los trabajos de restauración, la Alcaldía Metropolitana, que hasta ese momento presidia Juan Barreto, fue ganada en elecciones regionales por Antonio Ledezma.
   Al día siguiente, al llegar el nuevo alcalde metropolitano a sus oficinas, se encontró con que el saliente gabinete había transferido, sin previo aviso, la jurisdicción de la Plaza de Toros a la Alcaldía de Libertador, a cargo de Jorge Rodríguez.
   Una vez más, el Nuevo Circo se vería envuelto en una marejada de litigios legales y conflictos de poder. Durante meses, los alcaldes Metropolitano y de Libertador se disputarían el edificio taurino, al punto de que el difunto presidente de la republica, Hugo Chávez Frías, exclamara en la alocución Nº 326 del Aló Presidente que mandaría a Casa Militar para tomarlo y adscribirlo a Miraflores

La toma cultural
   Mientras los alcaldes decidían a quien le pertenecía el Nuevo Circo, en el interior de la antigua y en otros tiempos desolada Plaza de Toros, un grupo de colectivos y de jóvenes artistas, en su mayoría cirquenses, hacía lo que ellos llamaron la “toma cultural” de fines de noviembre del 2008.
   Así, acompañados de ideas como el rechazo al maltrato animal y las ansias de querer hacer arte, se quedaron allí “hasta que apareciera alguien”, según relata Jericó Montilla, miembro de la Fundación Nuevo Nuevo Circo que se crea en aquel mismo momento.
   “En vista de que no había una institución que prestara sus espacios, nosotros decidimos quedarnos acá. Nos reconocimos como sujetos que no teníamos espacio para crear, para formar y para desarrollar la cultura. Entonces, como había aquí muchos artistas cuando terminó el Festival de Circo, decidimos conformar algo”, expresa Montilla.
   Así durante algunos años la vida regresó al Nuevo Circo. Jesús Piña, quien se unió posteriormente con el colectivo Circo K-45 explica que se dedicaron a dar clases gratis de circo, tela, trapecio, tiras; además de ofrecer funciones de bajo precio para todas aquellas personas que no podían pagar costosas entradas a otros espectáculos.
   A pesar de todo, a mediados del 2011, algunas irregularidades hicieron que la mitad de la Compañía Nacional de Circo (CNC) abandonara el lugar. Piña indica que aquel proyecto pro arte y cultura del 2009 se había distorsionado. Para él, los encargados del Nuevo Circo tenían "intereses propios”.
Por su parte, Rosa Elena Romero Montero, vecina de San Agustin, cuenta que los prejuicios de los habitantes de la parroquia nunca se fueron del todo. Llevaron a sus niños a los eventos, pero “ese olor a marihuana”, pronto hizo que desistieran.
   Pasan los años y el edificio taurino se mantiene en el olvido para el resto de la ciudad. Las historias acerca de la gloria de Caracas se han entretejido con papeleos, pugnas políticas y verdades que aún se mantienen detrás de los muros de la Plaza de Toros.
   Recientemente, el Gobierno del Distrito Capital adquirió la jurisdicción del lugar, quienes, de acuerdo a Marineli Castro, coordinadora de la Gestión Cultural de ciudadanía e identidad caraqueña, esperan continuar con los proyectos de restauración "pronto".


 
 Antes y después
(con fotos de Prodavinci)
Hace 20 años
Hoy


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