El jardin escuela del occidente venezolano
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En la vía del Aeropuerto Internacional La Chinita reposan 3000 especies de árboles y plantas |
Por: Génesis Méndez Alzolar // Fotos: Fundación Jardín Botánico de Maracaibo
A pocos minutos de la calurosa
Maracaibo, existe un lugar en donde una vez al año el suelo se
transforma en una alfombra de hojas doradas que anuncian la llegada de
la primavera a la región. A su alrededor, árboles y plantas de lugares
tan disímiles como América, África y Asia, conviven en perfecta armonía a
lo largo de 108 hectáreas.
Este pulmón verde se conoce como el
Jardín Botánico de Maracaibo. Hasta finales del 2013, detrás de la
fachada en ruinas la creciente maleza permanecía como sinónimo del abandono. Sin embargo, tras un Plan de Rehabilitación Integral, hoy el
jardín se perfila como un espacio de respiro y tranquilidad, ajeno al
ajetreo de la ciudad.
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A pocos días de la primavera, las
hojas del araguaney y del guamacho caen de los ramas por su peso y crean
una alfombra amarilla a su alrededor |
La Fundación, primeras siembras
Más de 40 años atrás, el 9 de enero de
1973, en la capital del estado Zulia se conforma la Fundación Jardín
Botánico de Maracaibo, una organización privada sin fines de lucro que
buscaba, más que crear un jardín, promover un espacio digno para el
aprendizaje y la ecología.
A ese proyecto se sumaron dos grandes
personajes. Por un lado estaba Leandro Aristeguieta, destacado
investigador, miembro de la primera promoción de Biólogos de la
Universidad Central de Venezuela (UCV).
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Los diseñadores, Marx y Aristeguieta |
Por el otro se hallaba un paisajista brasilero de consagrada trayectoria, Roberto Burle Marx, conocido en decenas de países por innumerables jardines que de un momento a otro habían contribuido con la humanización de los espacios públicos.
Junto con la Fundación, estos dos
personajes se abocaron a diseñar el jardín botánico en unos terrenos
donados por Shell de Venezuela y Maraven (empresas petroleras del país),
al suroeste de la ciudad de Maracaibo. Finalmente, en 1983, se abren
las puertas a lo que más tarde se convertiría en uno de los patrimonios
naturales más grandes del occidente del país.
Ya para ese momento el Jardín Botánico
de Maracaibo se perfilaba como un proyecto ambicioso, pues además
albergar una importante reserva de especies vegetales, dentro de su
recinto se articuló la primera Escuela de Horticultura de Latinoamérica
Años mustios
Por mucho tiempo, el jardín brilló en el
occidente de Venezuela. Sin embargo, los años pasaron y llegó el
deterioro. A principios de los 90, el lugar sufrió actos vandálicos. En
1996, las puertas cerraron a la ciudad y al público general. De allí en
adelante, solo los investigadores, los estudiantes universitarios,
algunos grupos ambientalistas y los scouts se aventuraron a visitar,
estudiar y mantener el terreno.
Con pocos recursos a la mano, la
Fundación, por su parte, realizó algunos intentos por preservar la
función ecológica y educativa del jardín con programas como Árboles Por
la Vida. Aún así, es en el 2009 cuando se dispone lo necesario para que
el lugar recupere el esplendor de otros tiempos. Un par de años después,
con la adhesión de las arquitectas Carla Urbina y María Villalobos, se
estructura el Plan de Rehabilitación Integral del Jardín Botánico de
Maracaibo.
Este plan se enfoca en la recuperación
botánica y artística del lugar, para lo cual las arquitectas debieron
aventurarse en un viaje a Brasil en busca de los planos originales.
Otros aspectos de la rehabilitación incluyen la propagación del jardín a
la ciudad y un sistema de gestión que permita financiar el proyecto,
ante la ausencia de un fondo único.
Finalmente, a pesar de los
contratiempos, en el 2012 se pone en marcha la primera fase del Plan de
Rehabilitación Integral. Poco a poco se suman voluntarios animados por
la idea de recuperar este pulmón verde del occidente. Muchos incluso
deciden realizan donaciones y junto a ellos, instituciones privadas y
públicas también prestan su apoyo.
Como resultado, el 10 de noviembre del 2013, se abren las puertas nuevamente a 20 hectáreas recuperadas del jardín.
Reverdecer
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La Laguna de los Lotos, una de las áreas recuperadas en la primera fase |
Al día de hoy, el Plan de Rehabilitación
Integral ha conseguido diversos reconocimientos como el Premio de
Conservación Ambiental CLEZ 2012 y el Premio Bienal de Arquitectura de
Maracaibo, 2013. En el jardín, luego de muchos años, la Floración de Oro
se lució nuevamente para el público en el mes de marzo de este año.
Asimismo, desde su inauguración, los
espacios del Jardín Botánico de Maracaibo se han llenado con el eco del
teatro y la danza, de los talleres de yoga y de técnicas botánicas. Al
encuentro con las 3000 especies del lugar, han asistido decenas de
niños y demás personas interesadas en encontrar un espacio alternativo
de tranquilidad.
Con el paso de los meses, los
voluntarios llenan las listas de la Fundación. Así, entre todos
han logrado reactivar un jardín que en su haber cuenta con beneficios
ecológicos, educativos e, incluso, turísticos para la región.
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